Es más que una obviedad encontrar más de
mil y un disfraz en las noches calurosas de carnaval. Reiteradas veces vimos
“colegialas”, “piratas”, “fantasmas”, “payasos”, y hasta varios
desubicados que combinan mil prendas sin sentido y creen tener el mejor disfraz—lo
digo por experiencia propia—. Sin duda que la originalidad se destaca año
a año fomentando la imaginación de los participantes de la fiesta carnavalera.
Pero lo que es imposible de olvidar son
los hombres trasvertidos de mujer. Es más que una ley, que las personas de
género masculino les pidan a sus hermanas, a sus madres o hasta sus
amigas prendas femeninas que al menos pasen por algunas de sus
piernas.
Generalmente el vestido es la opción
favorita para los que eligen este disfraz. ¿Por qué? Porque es la prenda más
cómoda, por lo general es stretch e intenta que sus partes íntimas salgan a la
luz —sólo en algunos casos. La fascinación que tienen algunos hombres por
mostrar su “amiguito” es increíble—.
Es probable que al diseñar el conjunto de
vestido, tacos, peluca y maquillaje—incluyendo labios rojos— se pueda
tener un mínimo éxito. Pero luego de haber bebido litros de alcohol, de
haber "tirado los galgos" a cuanta “gatubela” se cruzó, y
de haber bailado abrazado con su amigo —que también estaba con su vestido de mujer— la situación
aumenta intensamente.
Lo más detestable es que ni siquiera son
cuerpos esculturales los que usualmente lucen estos delicados disfraces ¡Hombres de hasta 50 años
lucen muy contentos sus piernas peludas y sus panzas redondas como si fueran la
hermosa panza de Homero Simpson! Por favor muchachos un poco de respeto. Seamos
conscientes y coincidamos en que no todos tenemos el placer de ser sexys
barrigones.
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Milhouse se anima
¡Vos también! |
RECOMENDACIÓN DE LA SEMANA: ojo no
cruzarse con alguno y pensar que es una mujer real —conozco
casos —.
"Ella era un travesti" VILMA PALMA
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