No hay que olvidar, que además de
tener que ser excelentes profesionales, buenos
padres, hijos increíbles, alumnos
responsables y grandes maestros, es necesario que también seamos buenos
jugadores —y no me refiero a lo que tiene
que ver con la gran frase sentimental: “En la vida no es necesario tener todas
las fichas sino saber jugar con las que uno tiene”. Hablo de saber jugar
inteligentemente y no morir siendo un “loser”—.
Exactamente “El Triviador” fue el
juego que hizo volar mi cabeza. El primer contacto comenzó cuando en una ronda
de amigas, de lo único que se hablaba era de este mágico juego que realiza
preguntas de interés general y se tiene solo un minuto para dar la respuesta.
Es un juego que pertenece a Facebook, y las partidas se realizan entre tres contrincantes
desconocidos.
Que solo se hablara de él, no fue
el factor clave para que entrara en la “Mafia del Trivia”. El momento culmine
ocurrió una noche en la cual compartía una sesión de chat y me convocaron para que
fuera parte de una “partida amistosa” —se basa en jugar con tus contactos
amigos—. Seguido de la soñada invitación, obtuve una desgraciada y acertada
acotación: “Vos nunca jugaste, hay que tener determinada puntuación para poder
participar de una amistosa”. Simplemente me hicieron a un lado, contactaron otro jugador y se
comenzó la partida.
Desde ese entonces el “grandioso
juego” se había convertido en algo personal. No solo me estaba faltando
información para poder debatir en las conversaciones, sino que el maldito me
estaba robando a mis amigas.
Comencé a jugar las típicas
partidas y me encontré con que el diagrama del juego no se basaba solamente en
preguntas y respuestas, era más complejo de lo que imaginaba. El formato se
basaba en que a cada uno de los tres participantes le correspondía un castillo
de determinado color —podía ser rojo, azul o verde— y a partir de las batallas
entre los colores es que surgían las preguntas.
“Y pensar que me habían dicho”
diría el muchacho de polera del aviso publicitario de grapa miel Vesubio, no
estábamos frente a un juego adulto que tenía como fin ampliar nuestro
conocimiento. Era nada más y nada menos el simple placer de “atacar al
castillo”, contestar una pregunta banal, y ver como de manera extraordinaria el
imperio contrincante caía ante nuestras narices transformándonos en grandes vencedores.
Por lo tanto, morir por conocer lo desconocido puede resultar un tanto peligroso, y más aun cuando lo que está de por medio es un juego ingenuo que puede llegar a convertirse en un vicio incontrolable por
el placer de ganar.
RECOMENDACIÓN: Porque en este momento, todos queremos pertenecer al Jet Set del Trivia. "Jet set" Soda Stereo